Hoja de ruta para pensiones
MARÍA JOSÉ ZALDÍVAR Abogada, ex ministra del trabajo
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María José Zaldívar
Estamos viviendo días de intenso debate. Los argumentos están enfrentados y las visiones son antagónicas, sin embargo, debemos llegar a un acuerdo.
La mejora de las pensiones es uno de ellos. Apareció como un grito transversal y -como pocas veces ocurre- contó con la adhesión de todos los actores sociales y políticos. Llevamos casi doce años haciendo esfuerzos por lograr una reforma que logre dar una respuesta, y sea cual sea el próximo gobierno, tendrá en sus manos la tarea de poner el mayor esfuerzo en encontrar la manera de mejorar las jubilaciones.
Los diagnósticos con los que veníamos trabajando quedaron obsoletos tras el retiro de US $ 50 mil millones del sistema, y los cerca de 2,1 millones de personas sin saldo en sus cuentas.
Debemos, entonces, volver a empezar y trazar una nueva hoja de ruta basada en los datos, experiencia y una urgencia que nadie cuestiona.
Primero debemos definir claramente los objetivos, un "qué queremos hacer" y priorizar: ¿buscamos mejorar el monto de las pensiones? ¿Eliminar la capitalización individual y / o avanzar hacia mayor solidaridad? ¿Queremos profundizar su carácter mixto? ¿Eliminar las AFP, perfeccionar el sistema vigente, o crear un sistema único estatal? Tener claridad no solo hará más fácil el avance, sino que dejará fuera ciertas falacias o trampas.
Esto, porque si el objetivo es mejorar las pensiones, debemos aumentar la recaudación y el ahorro, y eso aplica tanto para un sistema de capitalización como para uno de reparto. Y al mismo tiempo nos daremos cuenta de que hay ciertos objetivos que no son consistentes entre sí o son abiertamente contradictorios.
La focalización en base a la que se construyó el pilar solidario hoy está cuestionada.
¿Avanzaremos en su ampliación o cambiaremos el paradigma? En cuanto a quienes deben aportar, debemos decidir si queremos seguir ampliando la cobertura, como se hizo con la compleja incorporación de los trabajadores independientes al sistema, ya que aún quedan trabajadores que perciben ingresos que no son parte del sistema de Seguridad Social pero sí reciben beneficios del pilar solidario.
Sabemos que sin ahorro no hay pensiones, y debido a la tendencia a priorizar consumo presente por sobre el futuro, la mayoría de los sistemas de pensiones son obligatorios. Pero para incentivar este ahorro se debe retribuir a sus aportantes con beneficios acordes con sus contribuciones, a fin de mantener un círculo virtuoso de ahorro que mantenga la adecuada equidad aporte-beneficio.
Al mismo tiempo, hemos aprendido que no basta con mostrar un buen manejo de los fondos, ya que quienes los administran tienen el deber de ser y actuar como entidades de seguridad social, y el Estado debe vigilar su funcionamiento y proponer a tiempo los ajustes paramétricos necesarios para evitar sorpresas. Un sistema robusto, necesita un mecanismo que alerte sobre los cambios demográficos y se actualice independiente de los ciclos políticos.
Y una vez diseñado este nuevo modelo, es necesario establecer con claridad sus etapas y gradualidad. Cualquier cambio en el sistema generará impactos en el mercado laboral, financiero y en la vida de las personas, por lo que no es conveniente hacerlo de una sola vez.
Finalmente, vimos a raíz de la crisis subprime que cuando las personas comprenden cómo operan los sistemas, se aleja la inercia. A mi pesar, los retiros de fondos de pensiones permitieron a muchos afiliados comprobar concretamente la propiedad de sus ahorros y que sí estaban ahí. Ojalá ahora aprovechemos la oportunidad de cambio para que el nuevo sistema sea entendido y legitimado por todos.